UN IRLANDÉS, UN ARGENTINO Y EL OGRO

Cuando J-Vol me vio volvió a poner pegas a mi vestuario, pero esta vez decidí pasar de cambiarme. Este chico va a acabar haciéndome poner corbata para ir a tomar un granizado a una terraza, se me está volviendo de un clásico…

Nuestra primera parada de la noche fue un pub irlandés con camarero argentino. Pedimos media pinta de cerveza negra y nos sentamos en una mesa. Hablamos largo y tendido de temas muy interesantes y de los que cuanto menos se sepa mejor ( J-Vol, espero contar con tu discreción ).

Salimos de allí y en lugar de irnos a las carpas que es donde todo el mundo mundial va en estas fechas, nos dirigimos al limbo de la última vez.

Una vez superada la barrera de anabolizantes con piernas que cual estatuas hercúleas custodian la entrada al local, accedimos a la sala por todo el morro gracias a J-Vol que conocía a la chica que cobraba la entrada y que se mostró muy amable.

Se notó que las carpas están en funcionamiento ya que la afluencia de personal no fue agobiante. Mención especial merece una especie de orco del que yo ya tenía referencias anteriores que advertían de su peligrosidad. Daba miedo ver como se situaba detrás de alguna chica y la cortejaba, o mejor dicho la intimidaba.

Además parecía ir todo el rato con los ojos cerrados, J-Vol y yo intentábamos deducir si se guiaba por ultrasonidos como los murciélagos o por el olfato como los tiburones, sin llegar a una conclusión concluyente, valga la rebundancia.

A eso de las cuatro y media decidimos que era hora de retirarnos ya que al día siguiente ( domingo ) teníamos que ir de costellada, como ya dije en un post anterior.

Mañana hablaré de esa costellada, de la cual os puedo avanzar que haré pocas más en lo que me queda de vida, sea mucho o poco.