DE MAÑANA NO PASA

Siempre pasa lo mismo, te las cortas y piensas que no volverá a pasar más, que la próxima vez no esperarás tanto para hacerlo. Pero acabas haciendo lo mismo cada vez.

Dejas pasar el tiempo, las de las manos te las cortas con más asiduidad porque te las ves todos los días, y si trabajas de cara al público como yo no te queda otra. Pero las de los pies… te las ves pero en la lejanía, y desde lejos la cosa no parece tan grave.

La señal de alarma se dispara cuando te metes en la cama y notas que las sábanas rascan contra algo, o que tu pareja se queja de que le arañas. Piensas en la última vez que te las cortaste y ni siquiera recuerdas cuando fue. Decides que ya es muy tarde para cortártelas, que te apetece dormir y te prometes a ti mismo que no dejarás pasar un día más sin hacerlo.

Pero los días van pasando, y te vuelves a olvidar de ellas hasta que agujereas los calcetines, ahí decides que no puede ser. Lo primero que se me pasa por la cabeza en esas situaciones es como reaccionaría una enfermera o doctora si me rompiera un tobillo y me tuviera que ver las uñas de los pies, que vergüenza innecesaria a la par que ajena haría pasar a la pobre chica ( y de mí ya ni hablamos ).

En ese momento decido que ha llegado la hora de cortármelas.


Seguro que a todos nos ha pasado alguna vez, o a alguien que ha dormido con nosotros.

El que diga lo contrario miente como un bellaco.