Leía yo hace unos días la noticia del descubrimiento de un gen que propicia la infidelidad masculina, el RS334 o Alelo 334.
Para que el descubrimiento no resulte tan inútil como parece podría crearse algún tipo de registro con los nombres y apellidos de los individuos que lo tengan para que el sexo femenino pueda saber a que se expone uniéndose sentimentalmente a ellos.
Igualmente extraño a la par que desconocido es otro gen que la mayoría de hombres tenemos y que es el causante de nuestra poca predisposición a preguntar alguna dirección cuando estamos perdidos, o creemos estarlo.
Hago público que soy poseedor del segundo gen y que al intentar luchar contra él para quedar bien ante el sexo femenino fui víctima de una encerrona por parte del individuo consultado.
Cuando la damisela en cuestión me hizo la corrosiva y dolorosa pregunta: “ ¿ Te atreves a preguntar o no ? ” el machito dolido que todos llevamos dentro en estas situaciones salió para ponerme a merced del holandés errante.
Saqué la cabeza por la ventanilla y pregunte, el holandés me contestó que la dirección era la correcta y sin darnos tiempo a escapar me preguntó si podía ayudarle a subir un televisor a su casa, ya que quería ver el tour de Francia y no había nadie para ayudarle.
Como además de macho soy educado le dije que si, pero bien podría haberme tragado la lengua en ese mismo instante ya que tenía asegurado un buen boca a boca por parte de mi acompañante y me hubiera ahorrado así la paliza que me di para subir un televisor de treinta y dos pulgadas, pero de los antiguos.
No recuerdo exactamente los escalones que subimos cargados con el televisor, pero si recuerdo perfectamente la cara de mi acompañanta al ver la aparatosidad del aparato ( valga la redundancia ) cuando lo sacamos del coche, y que le llevó a taparse la cara para no ver la mía, que era un poema.
El holandés en cuestión aparte del televisor poseía un espíritu mercantilista de lo más oportuno que le llevó a ofrecerme dos apartamentos que tenía disponibles para alquilar, por la puerta de los cuales pasamos con el televisor a cuestas.
Cuando volví a entrar en el coche con la cara desencajada y sudando a mares únicamente dije:
“Cariño, yo ya no pregunto a nadie más”.
Está escrito.
domingo, 14 de septiembre de 2008
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4 comentarios:
Jajajajajaja!
Pobrecillo, anda que el holandés... eso es aprovechar la coyuntura, y lo demás son tonterías!
Y con razón no preguntas más.
Haberle dicho que tenías una paralisis en el brazo o algo así.
Ja, ja, ja! Muy bueno cuñado.
Pobrecico, que mal que lo paso...
Lo peor de todo es que era la primera vez que preguntaba a un autoctono y le toca el marronaco ese!
Y menudo mamotreto de televisión por Dior!
Ahora, dicho y hecho.
No preguntó a NADIE NADIE mas...
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