miércoles, 14 de noviembre de 2007

BIOLOGÍA MOLECULAR

De pequeños todos hemos tenido aptitudes que de haberse desarrollado podrían haber acabado con algún premio Nobel sobre la repisa de la chimenea de nuestro salón o por el contrario con nuestros huesos en la cárcel o en algún centro psiquiátrico.

Lo mío siempre ha sido la investigación con seres vivos y las consecuencias de la interacción con algún agente extraño.

Varios experimentos a temprana edad así lo corroboran, aquí un ejemplo:

Jugaba yo con mis primos en su piscina cuando divisé a la distancia una mosca muerta en el agua, no le di más importancia hasta que mi primo dijo que tenía sed.

Rápidamente me agencié un vaso y lo llené con agua de la piscina, prestando especial atención en que la mosca muerta fuera a parar al interior del mismo.


Ofrecí amablemente el agua a mi primo observando atentamente como se la bebía y animándole a acabársela como un machote, asegurándome así de que la mosca no se quedaba en el vaso.

El experimento resultó un fracaso, después de unos días de atenta observación no hubo ningún cambio significativo. A mi primo ni le salieron alas, ni trompa prensil, ni pelos en los dedos, ni ojos multifacéticos, ni nada parecido.

Frustrante.

4 comentarios:

Meg dijo...

Y eso que todavía no habías visto "La Mosca"...

Anónimo dijo...

Se zampó mas de cinco...

Carabiru dijo...

Jajajajajajjajajja

Joer, y yo pensaba que mis experimentos a las cocinitas eran peligrosos y ajjjjjjjjquerosos...

la nena dijo...

Mi amiga Clariss y yo poniamos petardos en la boca de ranas vivas a ver si así podian saltar mas.