Hay un libro que leí hace ya unos años y que me hizo reflexionar sobre la inmortalidad. Me hizo pensar que en el supuesto de que una persona llegara a ser inmortal, con toda probabilidad se cansaría del mundo que la rodea, ya que este acabaría siendo para ella de un tamaño insignificante, pudiendo recorrerlo una y otra vez hasta cansarse de ver siempre lo mismo, hasta aburrirse de ver las cosas mas bellas e increíbles de la Tierra.
Por otra parte sería un pozo infinito de sabiduría y conocimiento, una persona muy mística y con un magnetismo fascinante. Siempre he creído al pie de la letra aquello de “ sabe mas el Diablo por viejo que por Diablo ”, lo que le serviría para no sorprenderse demasiado por la manera de autodestruirnos y de destruir que tenemos los humanos, y para manipularnos como a marionetas.
Las relaciones de tipo afectivo con otras personas serían siempre dolorosas , ya que tarde o temprano éstas morirían. Se sentiría muy sola, lo cual es muy triste y más sabiendo que nunca vas a morir, lo que llevaría a esa persona a un aislamiento voluntario, a envidiar y rechazar a los mortales, que tienen una vida corta y que la viven dando importancia solo a las cosas que les producen algún tipo de satisfaccíón a corto plazo.
Esas fueron algunas de las conclusiones que saqué al leer “ Lestat, El Vampiro ”, de Anne Rice. Seguro que no es uno de los mejores libros que hay, pero a mi me hizo pensar mucho, y en el fondo para mí eso es lo que importa.
miércoles, 30 de noviembre de 2005
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4 comentarios:
Lo de mas sabe el diablo por viejo que por diablo es mentira.
Ejemplos: Cañita brava, pozi, Dantes...
Todos son mas viejos que tú
Pues en el fondo es una de las cosas de las que trata el leer...de pensar. Sólo una de ellas eh
Esa misma reflexión tuve yo cuando vi de pequeño "Los inmortales". Me angustiaba mucho pensar qué haría con toda la eternidad por delante, cuando ese mismo domingo me habría aburrido mortalmente si no hubiera ido al cine; imagínate siglos y siglos de tardes de domingo melancólicas. Por otra parte saber que uno está aquí con fecha de caducidad anunciada también resulta un poco desasosegante.
Por lo tanto, desde aquí propongo sustituir la expresión "aburrirse mortalmente" por la más ajustada a la realidad "aburrirse inmortalmente". He dicho.
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